miércoles, 5 de junio de 2013

PETICIÓN A UN AMIGO

Querido amigo:

Estoy viviendo un momento importante en mi vida. Mis hijos se están independizando, nos están dejando solos, prueban sus alas con el viento.

Como ocurre con todos estos momentos de transición, parece que no pasara gran cosa y, en realidad, se están produciendo cambios a una velocidad de vértigo. Cambios importantes que van configurando el futuro de quienes más queremos.

Estamos invirtiendo mucha energía en este proceso. Los nervios, a veces, están a flor de piel. Nos vence el ansia, el miedo. Quisiéramos ¡YA! ver a nuestros hijos colocados en el mejor de los escenarios posibles... Y los mensajes que más escuchamos de la gente que nos rodea son de pesimismo catastrofista...Esos son también tus mensajes.Y no es eso lo que ahora necesito, como amigo. Esas palabras de desesperanza me hacen daño y merman por un instante (pero son ya muchos instantes, demasiados)  mis fuerzas, que necesito intactas para apoyar a mis hijos, animarles, darles fe.

Porque necesito esas fuerzas te pido que, cuando hablemos de mis hijos, de su futuro (de su presente) te reserves tu opinión  sobre lo mal que está el mercado de trabajo actualmente, o sobre el exceso que hay de todo (profesores, actores, abogados, médicos...). Te ruego que me hagas el gran regalo de guardarte tus teorías (que ya conozco hasta la saciedad, no en vano somos amigos muchísimo tiempo) y darme tu apoyo o tu silencio.

Un grupo de amigos, si merece llamarse así, tiene que estar para apoyarse en los momentos importantes. La amistad hay que trabajarla, requiere esfuerzo, no suele ser fácil, aunque sí absolutamente necesaria para vivir. Trabajemos, pues, esa amistad, para que no se enfríe, para que siga viva. Mi trabajo, ahora (no creas que no me cuesta escribir esta carta) es sincerarme contigo, para que no crezca en mí el rencor.

Toda mi vida se me ha enseñado que el hombre puede influir en su destino, pese a las dificultades del ambiente. Esa es mi creencia, mi tarea, mi lucha; lo que sostiene, en realidad, mi vida, junto con la fe en el Espíritu en el que todos alentamos.

Esa fe y esa esperanza es la que pido para mis hijos y los tuyos, para todos los jóvenes. Ellos tienen derecho a que pongamos todas nuestras fuerzas a su servicio. Y yo tengo derecho a pedirte que no me hables más de lo difícil que está todo. Apóyame. Como yo  hago contigo y haré con tus hijos. Estamos juntos en esto.

martes, 28 de mayo de 2013

CARTA DE UN PADRE A LA PROMOCIÓN DE SEGUNDO DE BACHILLER DEL AMPARO SANZ (2013)


Amigas y amigos:
El acto de graduación, que tan espléndidamente organizasteis junto con vuestros profesores, provocó en nosotros muchas emociones, algunas de las cuales quisiera expresar en esta carta.
            Lo que el viernes 24 de mayo pudimos ver, escuchar y sentir (claro reflejo de lo que habéis sido y logrado estos últimos años) nos mueve a sentirnos felices, satisfechos y legítimamente orgullosos de todos vosotros.
¿Y qué es lo que vimos, escuchamos y sentimos ese día? No fueron pocas cosas, desde luego. Os diré algunas: camaradería, naturalidad, amistad, sentido del humor, creatividad, respeto (nada distante), visión positiva de la vida, alegría y la madurez suficiente para saber relacionaros de manera espontánea con los adultos. Fue un acto maravilloso en el que nos contagiasteis vuestras ganas de vivir. Yo diría que fue tan hermoso que resultó incluso sanador, pues el contacto con la belleza nos cura siempre.
Ahora quisiera, un poco al modo de Walt Whitman en el poema que cerró el acto, alentaros en vuestro futuro.
No os diré que no tengáis miedo, pues el miedo no se elije, viene. Pero sí os diré que no dejéis que os paralice. Eso sí está en vuestras manos, pues siempre (oídme bien, ¡siempre!) podemos decidir qué hacer con nuestras emociones. Lo hemos oído muchas veces: el héroe no es el que no tiene miedo, sino el que lo controla, respira hondo y salta al ruedo o al campo de batalla.
Habrá muchas voces (voces viejas, ya gastadas, de gente que quizá ha perdido el contacto con su ser) que en nombre del sentido común o del realismo os presenten un futuro sin horizontes. Escuchadlas, pero luego paraos y, en soledad serena, mirad qué os dicen esas voces: ¿os inspiran?, ¿os despiertan la esperanza? Si no es así, desechadlas inmediatamente y salid de nuevo al mundo buscando voces que sean reconocidas con dicha por vuestro corazón. Las hay, existen y, si permanecéis atentos, las oiréis.
Os ha tocado vivir un tiempo importante (porque es el vuestro) y peculiar. No diré difícil, pues con esa palabra quizá esté ya cediendo terreno al miedo. Un tiempo de transición, con la incertidumbre que eso suele provocar en el ser humano. Todo está cambiando a una velocidad de vértigo,  y ese cambio externo exige otro de actitud en cada uno de nosotros. ¿Qué nuevas actitudes nos pide el mundo que está por venir? A mí se me ocurren algunas: flexibilidad, apertura a lo desconocido, valentía, tolerancia, creatividad, esperanza.
Que esa naturalidad y frescura, ese corazón amoroso, esa alegría, ese respeto cercano…todo eso que vimos y sentimos el viernes 24 de mayo de 2013 y caló hasta lo más hondo de nuestros corazones, perviva siempre en vosotros. Echad mano de esas reservas de oxígeno cuando sintáis el frío, el miedo, la duda… Esas reservas os mantendrán en el camino que estáis llamados a recorrer para hacer el mundo más hermoso.
El mundo os espera, amigas y amigos, os necesita. Se siente viejo y por eso os llama a vosotros, hombres y mujeres jóvenes, plenos de vida, con la fuerza, el talento y el amor suficientes para levantarlo de su postración actual…O para alumbrar otro nuevo, a vuestra imagen y semejanza.

¡PRECURSORES, OH, PRECURSORES!